La mañana festiva del viernes 19 culmina con gran éxito

 

Las fiestas de Majadahonda despertaron a cientos de vecinos a primera hora de la mañana para acudir a la tradicional diana floreada, al encierro y al mercado renacentista. Tanto la Peña de la Albarda como la Peña de la Majada amenizaron a todos los majariegos que se concregaron en el centro del municipio durante toda la mañana.

A las 8:00 horas de la mañana tenía previsto que comezara la tradicional diana floreada, y a esa hora eran ya muchos majariegos los que se habían acercado a las calles céntricas del pueblo para participar en el recorrido musical junto con la Peña de La Albarda.


Majadahonda estaba despertándose y cada vez eran más los que se unían a la fiesta o los que continuaban entre risas y bostezos la fiesta de la noche anterior. Tras alegrar las calles del municipio con la diana floreada, todos los vecinos se acercaron a la Plaza de Toros.

Poco a poco los asientos de la plaza iban ocupándose. El encierro tenía previsto su inicio a las 9:30 horas ero o fue hasta pasadas las 10:00 horas cuando comenzó. La banda de música entonaba canciones populares mientras numerosos jóvenes bailaban al son de la música.

Con el sonido de tres chupinazos, el encierro dio comienzo mientras los majariegos esperaban expectantes la llegada de los toros a la plaza. El espectáculo fue más tranquilo de lo que se esperaba, pues los toros fueron algo pasivos, sin embargo, esto no impidió que los jóvenes del municipio pudiesen burlar a los toros con recortes y saltos.

Tras el encierro y para recuperar fuerzas, todos los asistentes pudieron disfrutar de bocadillos variados que una de las peñas organizadoras preparaba a las puertas de la Plaza de Toros La afluencia a medida que transcurría la mañana fue aumentando al igual que el ambiente festivo.

Finalmente, la mañana terminaba para los majariegos con un paseo por el mercado renacentista. Sobre las 10:30 horas muchos comerciantes comenzaban a levantar sus puestos y eran muchos los ciudadanos que comenzaban a acercarse allí para comprar productos tradicionales, como por ejemplo, pan, especies, joyas, o incluso velas. La decoración de la calle, con banderas de la época, hacía que el ambiente resultase mucho más propicio para la ocasión.

 

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