
Según relata El País, alrededor de las 3:40 de la noche del pasado 24 de julio, Pablo R.R y vecino de Majadahonda, acabó de pinchar en el restaurante de unos amigos y decidió llevar todos los platos de mezclas y los discos a su casa. Tras dejar su domicilio, enfiló la Gran Vía de Majadahonda. "Había cuatro o cinco hombres y uno de ellos le estaba tirando el contenido de una lata de cerveza y luego la propia lata a una mujer".
Cuando ya les había sobrepasado, se dio la vuelta y vio en ese momento cuando el atacante arrojó a la mujer al suelo tras zarandearla y la cogió por el pelo. "En ese momento, pensé: 'Ya está bien, basta ya, esto no se puede hacer'. Por eso me dirigí hacia ellos", recuerda el vecino de Majadahonda. Cuando le recriminó su actitud al hombre, un amigo de este le dijo que llamara a la policía. El agresor le espetó que no se metiera en ese asunto, en el que no le iba nada.
La mujer salió corriendo y se paró en unos grandes maceteros que hay en esa calle. La rodearon otras mujeres, mientras Pablo llamaba a la policía. "Le dije que se tranquilizara, que ya había avisado, pero creo que ella ni se dio cuenta de lo que estaba pasando y me parece que ni siquiera me miró a los ojos", describe el majariego.
Pablo regresó sobre sus pasos para ver dónde se había metido el agresor. Gracias a un testigo, pudo seguirle hasta un portal cercano en la Gran Vía. Allí estaba con un amigo. El vecino le reprochó que huyera: "O sea, ¿pegas a una mujer y ahora te vas corriendo?". La respuesta que obtuvo fue un tremendo golpe en la parte izquierda de la cabeza, que le provocó perforación de tímpano y graves secuelas auditivas. Antes de que pudiera reaccionar, su atacante le asestó otro golpe en la nariz, que le dejó noqueado. Empezó a sangrar de manera abundante.
Lo siguiente que recuerda Pablo es que estaba en el suelo y que su atacante le seguía golpeando. "Puedes pegarme lo que quieras, pero no vas a cambiar lo que has hecho", le dijo el joven al violento.
Cuando se levantó, Pablo se palpó la boca y comprobó que le habían partido tres dientes y tenía las manos y la ropa manchadas de sangre. Además, le había roto el teléfono móvil. Pese a ello, se levantó y comenzó a seguirle, mientras llamaba a la Policía Local y a la Guardia Civil. El recorrido fue por las calles del Cid, Vasco de Gama, Doña Jimena y Pelayo. Durante el trayecto, el atacante se enfrentó de nuevo a él, pero el joven logró convencerle para que no le hiciera nada.
Desembocaron en el parque de Colón. Aquí el supuesto atacante dio varias vueltas a la caseta de los jardineros. Al poco el hombre salió andando y regresó de nuevo a los edificios, mientras su perseguidor continuaba dando su ubicación a la policía.
Justo cuando llegaron a la confluencia de la calle del Cid con Vasco de Gama, un coche patrulla de la Policía Local vio al joven, que les hizo señales para que se dirigieran hacia él. "Nos separaron y cada uno dimos nuestra versión de lo que había ocurrido. A mí me llevaron a un lado y a él al otro. Después me atendieron en una ambulancia y fui al hospital a que me dieran un parte de lesiones", recuerda Pablo.
Lo que más sorprendió a este joven es que el supuesto agresor, C. M. B., de origen boliviano y con residencia en Majadahonda, quedara en libertad pendiente de ser citado después por la Guardia Civil y por el juez. "Después me dijeron que con mi declaración le deberían haber detenido en el momento", explica el joven.
En un principio, Pablo acudió al Juzgado de Instrucción número 5 de Majadahonda por un juicio rápido por un delito leve (antiguas faltas) de lesiones. Sin embargo, el titular de este juzgado, el magistrado Gregorio María Callejo Hernanz, decidió abrir diligencias previas por delito y remitir la parte de la agresión al Juzgado número 7 de la localidad, especializado en casos de violencia contra la mujer, por si fuera constitutivo de delito también de lesiones hacia su novia.
El periodista de El Pais, F. Javier Barroso apunta que el detenido declaró en el juzgado que no agredió a su pareja, en contra del testimonio de Pablo. Según este, la mujer "estaba un poco bebida" y él no quería que bebiera más y se marchara para casa. "La agarré por el brazo y ella se cayó porque llevaba tacones. Yo la ayudé para levantarse", afirmó ante el magistrado. Después se marchó a su casa solo, pero nadie le abrió.
Al poco llegó un joven (supuestamente Pablo), que le estaba grabando con el móvil. "Corrí para despistarle y el chico me seguía. Al ver a la policía me paré", añadió, mientras reiteró que no había agredido a su novia en ningún momento. "No le rocié con cerveza. Quizás al caerse al suelo la tiré un poco encima. Tampoco pegué al chico y no sé por qué se ha roto tres dientes y tiene el oído perforado", mantuvo C. M. B. en la sede judicial. También añadió que nadie le recriminó nada.
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